El estadio del espejo de Lacan bien puede ser leído bajo el código nietzscheano de la cultura apolínea, en tanto la imagen que de sí proyecta unificada el niño como reflejo sobre el espejo, es la base de un yo individual, similar al efecto que el mundo de los olímipicos tenía sobre los griegos, en tanto hacía soportable los horrores de la existencia mundana, bajo la apriencia de esa misma existencia perfeccionada por obra de los dioses imitados por el arte en los frisos de los templos, las esculturas, la poesía, etc. Todas ellas constituyen el universo del ideal de yo, cuyo efecto es ante todo de caracter estético. Lo contrario al mismo en el niño son estas tendencias hacia la fragmentación y desgarramiento de lo que Nietzsche llama el principio de individuación, donde el espanto y horror del mundo dionisíaco se hacen palpables.
domingo, 20 de junio de 2010
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